Nos colocamos en el hastial de poniente a los pies de la Catedral en una de sus dos esquinas junto a la puerta del museo o a la puerta de la antigua contaduría. Si desde aquí dirigimos nuestra mirada hacia el centro o hacia las alturas… nos sentimos impresionados por la majestad y grandeza del recinto: el bosque de pilares, las bóvedas de distintas trazas y diseños, las diversas alturas, la suave luz descendente. ¿Razón de esta nuestra primera impresión? El gran acierto de Siloe: Todo un equilibrado conjunto de orden corintio creando la armoniosa escala interior, a lo romano.
Los cimientos para los pilares de la Catedral granadina comienzan a abrirse en mayo de 1533 terminándose en febrero de 1555 durante los treinta y cinco años de la maestría de Siloe (1528-1563). El diseño constructivo de los pilares para la gran nave basilical de la Catedral se aleja del tradicional modelo gótico europeo y español, adoptando claramente el estilo a lo romano. Los diversos y nuevos problemas arquitectónicos siempre los soluciona Siloe con elegancia y cumpliendo las proporciones clásicas. Consigue así un modelo seguido por arquitectos posteriores en Andalucía y en América.
El modelo siloesco de los pilares…
Nos encontramos ante soportes cuadrados que tienen adosadas, en cada uno de sus cuatro lados, semicolumnas corintias. A fin de conservar las proporciones estilísticas de las formas clásicas, Siloe decide suplementar los veinte pilares del cuerpo basilical con diversos complementos arquitectónicos. El problema planteado por la diferentes alturas entre el crucero principal y la nave central (34,5 m) y las cuatro naves colaterales (26,5 m) lo resuelve el maestro mayor burgalés mediante complementos arquitectónicos; en los pilares correspondientes a la nave central y al crucero principal añade Siloe un dado y, sobre él una esbelta pilastra; en los pilares restantes del cuerpo basilical se limita al dado. Así logra la diferencia de ocho metros en las correspondientes alturas.
Complemento a complemento…
La traza de los pilares centrales —nave central y crucero principal— arranca con un alto y recio pedestal rectangular; apoyado sobre él, el pilar cruciforme con acanaladuras (11/12) en las semicolumnas. Corona el fuste —altura = 9 veces su diámetro— un capitel corintio: su altura es igual al diámetro de la columna con tres planos de hojas ocupando cada uno un tercio de su altura. Un primer entablamento completo (arquitrabe, friso, cornisa) tras el capitel corintio. Un dado prolonga la altura del pilar, y sobre este dado, un nuevo entablamento formado por arquitrabe y friso. Termina el pilar con una esbelta pilastra de cuyo entablamento arrancan los arcos y las nervaduras de los arcos.
Para un modelo renacentista: a lo romano
En resumen: Los pilares cruciformes de varios tramos elevándose hasta las nervaduras de las bóvedas propias de los templos góticos los sustituye Siloe en su Catedral de Granada por pilares corintios coronados por entablamentos. Aplica así el maestro burgalés en su diseño formas arquitectónicas totalmente clásicas: las relaciones proporcionales entre capitel y fuste, la correspondencia entre las tres partes del entablamento, la disminución del diámetro del fuste, las proporciones del pedestal y muchos detalles de estos pilares granadinos concuerdan con los cánones clásicos.
Pero en esta solución aportada por Siloe —mediante pedestales y semicolumnas adosadas, capiteles corintios y los entablamentos, dados y pilastras— los elementos decorativos no se limitan a reproducir y recordar el estilo antiguo. Con todo estos recursos logra Siloe articular las medidas divisiones de las capillas y proporcionar un esqueleto estructural de directrices lineales y logra, también diferenciar y unir los voúmenes espaciales del interior. Y este estilo romano se completa con el esquema cromático basado en blancos y oros.
Difusión del modelo siloesco
El modelo de Siloe realizado en la Catedral —pilar cruciforme con órdenes renacentistas coronado por entablamento— sirvió de referente para otras catedrales y templos mayores en Andalucía y en América: Catedrales de Guadalajara (México) y de Cuzco y Lima (Perú). La huella de Siloe es claramente perceptible en la Catedral de Málaga; por ejemplo, el sistema de módulos en relación con el orden columnario para determinar altura y anchura de las naves. La intervención de Siloe en la Catedral de Guadix (Granada) está documentada ya en 1549.
Aunque es una construcción ampliamente dilatada en el tiempo, se vincula al maestro burgalés el diseño de la capilla de san Torcuato y la relación entre sus soportes y los pilares granadinos. También resulta evidente la huella de Siloe en la Catedral de Jaén a través de Andrés de Vandelvira, vinculado al maestro burgalés desde 1536. Con libertad interpretativa el maestro Vandelvira (1509-1575) simplifica el modelo de los pilares siloescos consiguiendo un diseño armónico y elegante, moderno y coherente. Ya en el siglo XVIII la herencia de Siloe perdura en la última de las grandes catedrales andaluzas: la Catedral de Cádiz, espacio circular y planta basilical con tres naves. El proyecto de Vicente Acedo y Arebo (fl. 1714-1738), presentado en 1721, es una interpretación ersonal de la catedral granadina.